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LOS PUEBLOS DEL MAR.

   “Los países extranjeros organizaron una conspiración en sus islas. Arremetieron de pronto contra todas las tierras y las dispersaron en combate. Ninguna tierra fue capaz de resistir frente a sus armas, desde Jatte, Qode, Karkemish, Arzawa y Alashiya, todas aisladas [al mismo tiempo. Establecieron] un campamento en un lugar de Amurru. Devastaron a sus gentes y su tierra quedó como la que no ha llegado a existir. Avanzaban hacia Egipto, con la llama preparada de antemano una confederación de peleset, tjekker, shekelesh, danuna y weshesh, las tierras unidas. Pusieron la mano sobre las tierras del circuito entero de la tierra, con el corazón seguro y confiado.” 

 -Grabado y texto del templo mortuorio de Ramsés III en Medinet Habu, donde se recoge la batalla del Delta contra los Pueblos del Mar-

   Pocos momentos hay en la historia tan misteriosos y fascinantes como el final de la Edad de Bronce en el área del Egeo, Próximo Oriente y Egipto.

   A comienzos del siglo XII a. de C. todas las grandes civilizaciones de la zona desaparecen con la excepción de Egipto que a punto estuvo también de sucumbir.

   En efecto, civilizaciones en pleno apogeo, con un gran desarrollo urbanístico, una cultura y un comercio florecientes, unos ejércitos potentes, que vivían un momento de gran dinamismo comercial y diplomático, una tras otra son aniquiladas.

   En Grecia la civilización micénica (los vencedores de la guerra de Troya) desaparece. Sus ciudades, poderosamente amuralladas, son destruidas, incendiadas y abandonadas. Micenas, Tirinto, Pilos… solo la acrópolis de Atenas se salva. Grandes áreas se despueblan, cae el comercio, se olvida la escritura y Grecia entera se sume en una Edad Oscura. La cultura micénica es olvidada por más de tres mil años. Grecia tardaría varios siglos en recuperarse.

   A la entrada del estrecho de los Dardanelos, en la orilla asiática, Troya ha sido destruida, según los textos de Homero, por una coalición de pueblos micénicos. Una ciudad de una extensión y complejidad desconocida para Europa en esa época. Su historia se transforma en leyenda.

  El Imperio Hitita, que se desarrolla en el interior de Anatolia, poderoso y militarista, que en la batalla de Kadesh, en Siria, (1274 a. de C.) puso límite a la expansión egipcia hacia el norte, desaparece como si no hubiera existido nunca. Hatti, su capital, de impresionantes fortificaciones, es derruida y abandonada. La civilización hitita fue condenada a un olvido milenario.

  En la costa siria la destrucción corre de norte a sur como un reguero de pólvora. Importantes centros urbanos como Ugarit, bien fortificados, son arrasados, incendiados y abandonados para siempre.

  Solo Egipto sobrevive a la marea de destrucción, pero a costa de un esfuerzo del que jamás se recuperará. Corría el año octavo del reinado de Ramsés III (1177 a. de C.) y en el delta del Nilo, Egipto vio la cara al terror en forma de una confederación de pueblos diversos que invadían por tierra y por mar. Miles de años más tarde los investigadores modernos llamaron a estas hordas “Los Pueblos del Mar”.

 

FUENTES:

EGIPTO

  Es normal que, si Egipto sobrevive a la destrucción, allí se encuentre algún testimonio al respecto.

En el templo funerario de Ramsés III en Medinet Habu, quedaron registrados, para mayor gloria del difunto faraón, los hechos acaecidos en la batalla del Delta del Nilo entre las hordas invasivas y las fuerzas egipcias. Se trata de una serie de bajo relieves en piedra e inscripciones jeroglíficas que nos hablan de unos pueblos invasores: peleset, tjekker, shekelesh, danuna, weshesh. Cuenta como la destrucción se inicia en áreas de influencia hitita y bajando por Siria, acaban llegando a Egipto donde son vencidos por el faraón.

   El llamado Papiro Harris es un documento de la época de Ramsés IV, el siguiente faraón. En el hace alguna alusión a los hechos protagonizados por su antecesor y aumenta la lista de los invasores en la batalla del Delta con los shardana.

  También existen documentos egipcios anteriores a Ramsés III que mencionan a colectivos de mercenarios (al servicio o en contra de Egipto) o bien piratas: shardana, shekelesh, ekwesh, lukka, teresh. Parece que eran gentes bien conocidas por los egipcios.

 HOMERO

  Es curioso el hecho de que una vez desaparecida la escritura en Grecia, reaparezca siglos más tarde en forma de dos poemas épicos que nos hablen de coaliciones de pueblos en lucha, destrucción de ciudades y correrías marítimas.

  En la Edad Moderna, las obras de este poeta semi-legendario, fueron tenidas por mitos sin fundamento histórico. Sin embargo, a finales del siglo XIX de Nuestra Era, Heinrich Schliemann descubrió y excavó la ciudad de Troya para sorpresa de la opinión pública de la época, siguiendo los textos homéricos.

  La Ilíada y La Odisea contienen datos que pueden ayudar en la investigación de este momento histórico.

LA BIBLIA

  En La Biblia aparecen diversas referencias a los hititas (Gén. Núm. Sam.) cultura que no será descubierta hasta finales del S. XIX. También hay referencias a los filisteos, pueblo identificado con los “peleset” (que acabaron asentándose en las tierras de Palestina a las que dieron nombre ) de la estela de Medinet Habu; recuerdese que Goliath, el gigante que luchó contra David, era filisteo.

UGARIT

  En esta importante ciudad costera de la actual Siria, las excavaciones arqueológicas que han hallado una ciudad arrasada en pleno esplendor, han recuperado documentos oficiales del palacio, en forma de tabletas de arcilla. Algunas son la correspondencia entre el rey de Ugarit y el rey de Alashiya (Chipre) en ellas se mencionan la existencia de naves enemigas en las costas y los gobernantes se piden ayuda mutuamente. No sirvió de nada: Chipre fue invadida y Ugarit destruida.

HITITAS

  Hay más documentos escritos en tablillas de arcilla en estos momentos convulsos. En Hattusa, la capital de los hititas, se han hallado documentos de sus días finales que nos hablan de un imperio en lucha en áreas periféricas como el país de Lukka (Licia), con tribus del norte (los gasgas) y con problemas por malas cosechas.

 

HIPOTESIS:

Los investigadores no consiguen ponerse de acuerdo. Parece que no hay manera de hallar un modelo que explique coherentemente todo el proceso. No se sabe si toda la destrucción se debe a los mismos elementos, ni siquiera hay consenso en la cronología o la contemporización de los hechos.

 Algunos explican el modelo mediante desastres naturales. Las malas cosechas que se documentan en algunos lugares pueden haber provocado hambrunas que hayan desestabilizado la sociedad con pérdidas en la actividad mercantil y pérdida de poder de los centros administrativos como los palacios que acaban siendo asaltados por estamentos de la misma sociedad hambrientos o, incluso, son abandonados antes de ser incendiados.

  Algunos yacimientos presentan signos de destrucción compatibles con fuertes terremotos. En efecto, la zona del Egeo posee una elevada actividad sísmica lo que provoca grandes terremotos periódicamente que han afectado a la actividad humana desde su aparición en la zona. Una serie de estos seísmos pueden haber destruido poblaciones enteras; pero la experiencia arqueológica nos muestra que tras un gran terremoto las poblaciones vuelven a ser reconstruidas y ocupadas. No explica este modelo los abandonos definitivos de tantos centros urbanos tras su destrucción.

  La guerra de Troya está cada vez más presente en la trama de numerosos modelos. Hay que tener presente que esta ciudad dominaba una encrucijada de importantes rutas mercantiles entre Asia y Europa, entre el Mar de Mármara y el Mar Negro y el Mar Mediterráneo. El codiciado estaño y el cobre, necesarios para crear el imprescindible bronce, provenientes de Asia, pasarían por las vías controladas por Troya antes de llegar al Egeo y a la Grecia micénica. Es lógico pensar que habría sido una urbe potente, que controlaba un territorio de extensión importante y codiciada por el resto de potencias de la zona.

  La guerra de Troya habría sido debida al deseo estratégico de los distintos estados micénicos de hacerse con el control de estas rutas de estaño y cobre. Guerra con un doble efecto. Por un lado los aliados de Troya, vencidos, habrían migrado hacia otros territorios invadiendo y desplazando a otras poblaciones poniendo en marcha una reacción en cadena que conforma el fenómeno de los Pueblos del Mar. Por otro lado, pese a la victoria, los vencedores micénicos no habrían podido evitar su ruina. La guerra debió ser demasiado costosa y prolongada. La ausencia de los héroes aristocráticos de sus ciudades, bien podría haber provocado conflictos dinásticos en las mismas (como recoge la mitología al respecto), que a la postre habría provocado la desaparición de toda esta civilización, pudiendo completarse el cuadro con la invasión de fuerzas extranjeras desde el interior de Europa (los dorios).

  Otras teorías inciden en las consecuencias de la batalla de Kadesh entre Egipto y Hatti. Esta batalla habría llevado a una posición de equilibrio táctico y estratégico en el área del Egeo, Anatolia, Oriente Medio y Egipto. Los ejércitos de las distintas potencias son desamortizados dejando sin empleo a una considerable masa de mercenarios que, sin sustento, provocan toda una serie de disturbios sociales generalizados que culminan con la destrucción de los centros de poder y los núcleos comerciales. Los ejércitos aristocráticos profesionales combatían en carros de batalla y nada pudieron hacer contra aquellos expertos cuerpos de infantería más móviles y operativos que acabaron aniquilándolos. Solo Egipto tuvo tiempo de prepararse para la defensa gracias a la distancia, a costa de formar una flota lo más potente que pudo sufragar y de la movilización de todos los hombres disponibles, algo insólito en la historia de Egipto.

  Quedaría una teoría reciente que introduce un elemento hasta ahora desconocido: los luvitas (Eberhard Zangger). En la costa egea de Anatolia existen en la época un grupo de naciones que se suponen bajo la órbita del Imperio Hitita. Estos reinos hablan una lengua común, el luvita, en un territorio de extensión superior al de la lengua hitita.

 Se sabe que Asiria arrebató a los hititas por el este grandes yacimientos de cobre en el área del Tigris superior. El bronce era de importancia vital para aquellas sociedades. Los hititas responden invadiendo Chipre (Alashiya) para adueñarse de sus grandes reservas de cobre. Los reinos luvitas, en el oeste de Asia Menor, vivían del comercio y aquella acción les debió perjudicar en gran manera. Así que los luvitas formaron una alianza militar (algunos de sus pueblos como los lukka o los shardana, ya tenían amplia experiencia como mercenarios) y atacaron a los hititas por mar en Chipre y en Siria. Al moverse las tropas hititas hacia el sur, las tribus del norte (gasgas) aprovecharon el momento de debilidad para atacar a sus odiados vecinos hititas llegando a tomar Hattusa, la capital. El Imperio Hitita se hundió.

   De repente los luvitas pasaron a controlar un área muy extensa, con todos sus recursos y rutas comerciales. Esta situación era ahora una seria amenaza para los reinos griegos micénicos. Así que esta vez fueron los micénicos los que formaron una gran coalición y atacaron por mar a los reinos luvitas en la costa hasta llegar a Troya donde se libraría el último episodio de esta guerra. Coincide en gran parte con los textos de Homero; interesante la descripción de la coalición griega y la descripción de los troyanos y sus aliados en la Iíada (canto II).

   Cuando los reyes griegos victoriosos supervivientes regresan a sus tierras tras varios años combatiendo lejos, se encuentran con conflictos por el poder en sus ciudades. Estalla así una guerra civil que aniquila la civilización micénica.

 

CONCLUSIÓN:

 Los elementos que intervinieron en el final de la Edad del Bronce en el Egeo son, aparentemente tan diversos que el debate por alcanzar el conocimiento de todo lo que ocurrió sigue abierto. Tal vez sea preciso un cambio de ángulo de visión, no tan europeísta, no tan occidentalísta, para comprender lo que ocurrió. En aquel momento de la historia, en esa área del mundo, las civilizaciones se habían vuelto sumamente complejas e interdependientes: un sistema se vuelve más inestable cuanto más complejo es.

 

  El mundo ya no sería el mismo: acababa la Edad Heroica y comenzaba la Edad del Hierro.

 

NESTOR.- ¡Oh amigo! Me traes a la memoria las calamidades que en aquel pueblo padecimos los aqueos, indomables por el valor, unas veces vagando en las naves por el sombrío Ponto hacia donde nos llevaba Aquiles en busca del botín y otras combatiendo alrededor de la gran ciudad del rey Príamo.

 

                                                                Homero: Rapsodia III, La Odisea.

 

Antonio Villalón, en Mallorca en el febrero del 2017.