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CABRERA, SANTUARIO DE TORTUGAS MARINAS.

Ni en Baleares ni en la Península Ibérica existen ya playas donde realicen sus puestas, pero recibimos la visita de miles de ellas procedentes de la zona de producción del Mediterráneo Oriental, del Atlántico africano, o de zonas tan alejadas como el Caribe ó las costas de Estados Unidos; y es que la tortugas marinas son grandes migradoras, en especial durante su etapa juvenil. Al llegar a adultas, entre los 15 y los 30 años, sus movimientos no son tan espectaculares, aunque siguen recorriendo grandes distancias. 

Nuevos estudios científicos van aportando un poco de luz sobre la biología de estos animales, aunque la realidad es que gran parte de su vida aún sigue siendo un secreto.

Son reptiles y por tanto su temperatura corporal se ve afectada por las condiciones del medio. Su forma de regular la temperatura es autónoma, es decir, si necesitan enfriarse bajan buscando el agua fría y si necesitan calor, nadan con más intensidad para quemar calorías. Con ese mismo objetivo las tortugas eligen corrientes de agua fría o más cálida. Con la luminosidad del verano y con temperaturas por encima de 20ºC las tortugas se alimentan con frecuencia, en primavera y otoño la ingesta diaria baja un 75% y durante el invierno y con temperaturas por debajo de 16ºC, en especial las tortugas de más edad, pueden entrar en un estado de letargo, prefiriendo para ello algunas zonas concretas (aguas adriáticas y croatas, Golfo de Laconia en Grecia, plataforma costera de Libia y el Golfo de Gabés en Túnez), si bien los individuos subadultos suelen preferir emigrar a aguas más cálidas.

El sexo de las tortugas depende de la temperatura de la arena donde la madre ha enterrado los huevos. Menos de 29ºC son machos, a medida que aumenta la temperatura aumenta el porcentaje de hembras y si se sobrepasan los 33ºC todos serán hembras. Durante las primeras horas, hasta un 10 % de las tortugas recién salidas del huevo habrán sido devoradas, entre un 70-90 % no conseguirán sobrevivir al durísimo primer año y al final solo unos pocos ejemplares de cada millar llegarán a reproducirse.

Las tortugas marinas pueden llegar a vivir de 150 a 200 años según su especie . Pueden alcanzar de 27 a 35 km/h nadando en el mar, por lo que no son tan lentas como parece y poseen un excepcional sentido de la orientación que le permite regresar a desovar a las mismas playas donde nacieron. 

Los caparazones de las tortugas, se unen lateralmente y les sirve de protección contra sus depredadores. Sin embargo, no todos los caparazones de las tortugas son iguales. Un ejemplo está en la tortuga laud, esta tiene un caparazón flexible y delgado, razón por la cual se las denomina "tortugas suaves" o de cuero.

En cuanto a la alimentación de las tortugas, las de tierra son herbívoras; las de agua dulce, carnívoras y las de mar, omnívoras. Las tortugas marinas comen coral (aportándoles calcio) y algas, las más carnívoras comen pequeños invertebrados o pulpos, además de medusas. Uno de los grandes problemas para ellas, es la proliferación de plásticos en los mares, los cuales, confunden con medusas que al ingerirlos provocan su muerte.

En los últimos decenios sus poblaciones han sido muy diezmadas. Así la Tortuga boba ya no cría en las costas de Israel desde finales de los años 70; y las arribadas de tortugas bastardas en Méjico han pasado de 40.000 hembras en una noche en la playa de Rancho Nuevo en 1947 a 200 hembras en 1985. Las principales amenazas para las tortugas son la pesca no selectiva (hasta 300.000 tortugas mueren al año en todo el mundo), la alteración y destrucción del hábitats -sobre todo la pérdida de playas de nidificación-; la contaminación marina por metales pesados, productos químicos y desechos; el consumo directo (en Egipto sigue siendo legal su captura y consumo y se pueden comprar en los mercados); y enfermedades cuyas causas son todavía desconocidas. La flota palangrera de superficie española captura de forma no intencionada unas 20.000 tortugas bobas cada año, todas subadultas, principalmente entre los meses de julio y agosto, coincidiendo con la máxima intensidad de la pesca de grandes pelágicos como pez espada y atún rojo. Se calcula entre el 24 % mueren directamente y el 37% exhibe heridas producidas por los anzuelos y sedales que les quedan enganchados.

Todas las tortugas marinas se encuentran protegidas por numerosas legislaciones y convenios internacionales1, pero el riesgo extremo en el que se encuentran la mayoría de las poblaciones de tortugas marinas exige medidas rápidas y eficaces, que comparando los resultados entre los estudios científicos existentes podrían ser el establecimiento de zonas y épocas de veda condicionada por la temperatura del agua y las zonas de concentración, la utilización de anzuelos circulares, la selección de cebos para los palangres que no fuesen atractivos para las tortugas y hundir estos a mayor profundidad y limitar el horario de pesca en sus zonas de concentración en función de la actividad diaria de las tortugas.

Desde Marcabrera hemos implantado un procedimiento para nuestro personal en caso de tener avistamiento de fauna marina, el cual, incluye un protocolo especial para tortugas y otro para fauna muerta o herida. El pasado viernes 4 de marzo, dentro del programa de formación propio, tuvimos la ocasión de asistir a las instalaciones de Palma Aquarium donde sus técnicos nos enseñaron más sobre ellas, su comportamiento y forma de vida. Experiencia que contribuirá decisivamente en la calidad de la visita al Parque Nacional al trasladar a nuestros clientes nuestro sentimiento de protección hacia estas poblaciones de tortugas marinas.

 Desde que Marcabrera trabaja en el entorno del Parque Nacional ya han sido dos las tortugas rescatadas y a las que felizmente, gracias a Marineland en el primer caso y al Palma Aqüarium en el segundo, se les ha salvado la vida. Marcabrera tiene firmado un convenio de colaboración con Palma Aquarium, en el cual se incluye el rescate de estos animales heridos.

 

Redacción Marcabrera.