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MARCABRERA, POSICIONAMIENTO ANTE EL ECOTURISMO.

Marcabrera que busca entre sus objetivos ser un referente de calidad en cuanto al ecoturismo vinculado a rutas marítimo terrestres no solo trata de realizar ofertas de rutas variadas, sino que también tiene como objetivo que sus clientes tengan la certeza de que viajando con Marcabrera la actividad está regulada con un estricto código de buenas prácticas ambientales, su visita está condicionada por unas normas de conducta en relación al uso público del territorio y de que están contribuyendo de manera positiva a la conservación del medio ambiente y el patrimonio cultural allá donde tenga lugar su ruta o actividad.

Hay que tener en cuenta que los parques nacionales son espacios naturales de alto valor ecológico y cultural, poco transformados por la explotación humana y que forman parte del patrimonio natural de la humanidad y están protegidas por leyes específicas y que el objetivo de muchos de nuestros clientes es viajar hacia áreas naturales relativamente poco alteradas o no contaminadas con el objeto de admirar y disfrutar del paisaje y sus playas, de la flora o de la fauna, al igual que las manifestaciones culturales presentes y pasadas características de esas áreas.

Tener por objetivo maximizar la satisfacción del cliente para generar mayor demanda implica impactos negativos (degradación de los valores naturales del espacio y el decaimiento de la calidad de la propia experiencia recreativa del visitante) que no deben necesariamente de asumirse como consecuencia ineludible del uso público, especialmente cuando comprobamos que el fenómeno de ocio mueve una de las más dinámicas y crecientes industrias del mundo, la del turismo. Las tendencias actuales muestran que existe un turismo en aumento (4,5 % anual) que, apoyándose en el soporte del patrimonio cultural y natural, va en búsqueda de nuevos destinos y oportunidades.

Esto nos obliga a reflexionar sobre la sostenibilidad del modelo que desde Marcabrera se impulsa, no sea que estemos indirectamente provocando lo que queremos evitar, la degradación de la naturaleza y los usos y costumbres tradicionales. Hasta ahora la lógica nos lleva a mirar, para resolver esta situación, hacia la gestión de la Administración y a medidas asociadas al control del flujo de los visitantes dentro de los límites de la capacidad de carga de acogida1, a realizar estudios de la frecuentación turística y a una adecuada canalización de los visitantes a través de transportes colectivos o senderos concretos. Pero en el caso del marco geográfico sobre el que Marcabrera desarrolla su actividad prioritaria, el Parque Nacional del Archipiélago de Cabrera, estas medidas ya están adoptadas hace tiempo y la mayor demanda por conocer este enclave aumenta y con ella las tensiones inherentes.

Marcabrera entiende que la calidad del producto eco-turístico es una cualidad compleja debido a que surge de múltiples factores, y que a su vez es una cualidad que será apreciada y percibida por turistas y las comunidades locales y que en su diseño y puesta en producción, buscando obtener un beneficio económico, cultural, medioambiental o de proyección social debe contemplar la satisfacción de las necesidades y expectativas de todos los involucrados, teniendo como requisito íntimo el que se produzca dentro de un entorno de desarrollo sostenible.

Desde el inicio de la actividad de Marcabrera la motivación, el grado de satisfacción y la utilización de los servicios que se ofertan de sus clientes han sido las métricas de referencia para definir las estrategias comerciales año a año. En una valoración global hemos extraído que la valoración de nuestros clientes en los últimos 5 años se cifraba, sobre un máximo de 10, en 8,32 sobre la calidad del medio ambiente, 8,26 la seguridad del destino y el tipo de transporte, 8,21 en relación con el producto eco-turístico, 8,18 el personal de contacto, 7,74 la organización de la actividad, 7,47 elementos socioeconómicos de la comunidad local y 7,32 factores turísticos contextuales.

La positiva valoración de la calidad del medio ambiente nos ha obligado por un lado a dotar a los productos asociados a esta de un contenido más complejo, resaltando el bienestar que nos produce la experimentación en estas circunstancias, pero por otro a dotar a nuestros procedimientos de mayor control e información que salvaguarde los valores naturales que son precisamente los mayormente demandados.

Dentro de esta estrategia la interpretación no solo de información sino también emocional del espacio natural además de sus propósitos tradicionales de educación y recreación ha propiciado, entre otras reacciones, la de minimizar los impactos negativos que ellos mismos ocasionan, al provocar en los clientes una mayor sensibilidad y comprensión hacia el escrupuloso respeto a las normas de uso público del espacio natural. Además, al coincidir un mayor número de clientes en una sensibilidad común, se han reforzado determinados ambientes en los que la curiosidad por un mayor conocimiento del espacio ha sido el común denominador y, sin tener conocimiento de ello, es de suponer que han trasladado esta sensibilidad a su día a día propiciando un mayor apoyo público a los espacios naturales protegidos y la conservación del medio ambiente en general.

De todo ello concluimos en que la experiencia de estos últimos años nos señala que uno de los caminos a explorar con mayor determinación es el de favorecer que una adecuada interpretación del medio natural propicie una mayor concienciación de estos valores y que de ella vaya consolidándose una más fuerte y comprometida conciencia ambiental entre todos nosotros.

1.- Aquellas que garanticen la sostenibilidad del entorno natural, cultural y humano del territorio que se visita.

 

Redacción Marcabrera.