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CABRERA TIENE UNA DE LAS MAYORES DENSIDADES DE ÁGUILA PESCADORA DEL MEDITERRÁNEO.

El águila peixatera (Pandion haliaetus) es una rapaz de tamaño medio, bien adaptada para la pesca. Para ello dispone de diversas adaptaciones como la reversibilidad del dedo exterior delantero, lo que le permite agarrar a los escurridizos peces con dos dedos delante y dos atrás; dedos con prominencias interiores para evitar el deslice de las presas; largas y curvadas uñas; válvulas nasales que ayudan en las zambullidas y largos tarsos.

 

Existe cierto dimorfismo sexual, tendiendo las hembras a ser un 20 % más grandes que los machos en masa corporal. También los machos tienden a ser más pálidos en el pecho. Las partes superiores son uniformes de color marrón oscuro, exceptuando la cabeza. Las inferiores de color blanquecino con una mancha negra en la zona carpal y puntas de las alas también negras. Timoneras y rémiges con bandas oscuras transversales y unas estrías de intensidad variable, incluso prácticamente ausentes, en el pecho. Las garras son de color marfil. Los ojos amarillos y el pico muy afilado con cera gris-azulada.

La mayoría de las vocalizaciones se producen durante la época reproductora, normalmente dentro o cerca de los territorios de nidificación. Se han identificado hasta ocho sonidos diferentes durante la reproducción : gritos de alarma, emitidos tanto por el macho como la hembra; de petición de copula por la hembra; de llamada, emitido por ambos sexos y normalmente en vuelo y por los pollos cuando ejercitan las alas; de defensa, principalmente por el macho; de excitación, se emite después de un grito de defensa; de copula, emitidos exclusivamente por el macho; de defensa emitido por los pollos; y de petición por parte de los pollos. Estos sonidos suelen ir asociados a diferentes figuras posturales.

Existen ligeras variaciones entre el macho y la hembra, tanto de intensidad como de longitud. Se trata de un “ik-ik-ik” de diferente gradiente de intensidad. Los gritos de defensa es un sonido corto como “tiooop-tiooop-tiooop” seguido normalmente del grito de excitación de dos o tres notas más intensivas “iii-iii-iii”.

Se reconocen 4 subespecies: Pandión halieatus haliaetus, distribuida por el Paleártico (Europa, Mar Mediterráneo, Asia, Mar Rojo e Islas de Cabo Verde), invernando en Africa, India, oeste de Indonesia y Filipinas. P. h. carolinensis, ocupa América del Norte (incluida Alaska) e inverna en Sudamérica tropical. P. h. ridgwayi, subespecie sedentaria del Caribe, incluyendo Bahamas, Cuba y Belice y P. h. cristatus, también sedentaria, se distribuye por Australia, Nueva Guinea y Java (Prevost, 1983).

Su estatus de conservación en España IUCN (2004) es “En Peligro Critico” (CR). En el Catalogo Nacional de Especies Amenazadas está incluida en la categoría de «Vulnerable». En Europa está considerada “Rara” SPEC 3, con una población menor de 10.000 parejas. La categoría UICN a nivel regional en las islas Baleares es de En Peligro Critico (CR) y en las islas Canarias de En Peligro de Extinción (E).

El Águila pescadora sufrió un importante retroceso a nivel mundial durante el siglo XIX hasta mitad del siglo XX. En Europa se extinguió de Gran Bretaña, Checoslovaquia y Bélgica en el siglo XIX y de Dinamarca, Austria y Suiza a principios del siglo XX. También retrocedió considerablemente en Norteamérica durante las décadas de 1950 y 1960. Las principales causas fueron la persecución directa, el coleccionismo y el fracaso reproductivo por la acumulación de pesticidas como el DDT, DDE, PCB, etc. Desde la prohibición del DDT y otros pesticidas peligrosos, así como la practica eliminación de la persecución directa y recolección de huevos y la aplicación de diversas medidas de conservación, las poblaciones se empezaron a recuperar e incluso recolonizar zonas donde había desaparecido como Gran Bretaña. En el mar Mediterráneo, se ha estimado la población entre 62 y 70 parejas.

En España, las estimas poblacionales durante la primera mitad del siglo XX son de entre 72 y 97 parejas, pero durante las siguientes décadas sufrió un importante proceso de recesión llegando a principios de los años 1980 a 16-24 parejas, habiéndose extinguido en la península Ibérica, y las islas de Ibiza, Formentera, La Palma, Gran Canaria y Fuerteventura. Los principales motivos fueron la persecución directa y la destrucción del hábitat. A finales de la década de 1980 empezó un proceso de ligera recuperación en las islas Baleares y un poco más tarde en las Canarias llegando a censarse la población en 30-38 parejas en el año 2002.

Se ha puesto en marcha un plan de reintroducción para la península Ibérica con la metodología de hacking, concretamente en Andalucía. En España, los principales problemas de conservación que en la actualidad persisten en la especie, son las molestias en las zonas de reproducción por la actividad humana y las electrocuciones. Las molestias suelen darse por excursionistas, fotógrafos irresponsables y embarcaciones de recreo. En la actualidad, las electrocuciones se han descrito como la principal causa de mortalidad adulta en los contingentes reproductores de la isla de Menorca así como en otras zonas del Mediterráneo como la isla de Córcega.

En el 64 % de los huevos no eclosionados de nidos de Menorca recogidos durante el periodo 1994-2000 (n= 9) se han detectado niveles de compuestos organoclorados (PCB) por encima de los que podrían causar una reducción de la eclosión, muerte embrionaria o deformaciones, aunque solamente uno de ellos estaría por encima de la máxima concentración encontrada en huevos eclosionados.

 

El Parque Nacional de Cabrera, con una pareja por cada 1,7 kilómetros de costa, es la zona del Mediterráneo con mayor densidad de águilas pescadoras. En total, en la isla hay siete parejas.

 

Entre los meses de abril y de julio de 2016 se ha llevado a cabo el seguimiento de la reproducción en Mallorca, Menorca, Ibiza y Cabrera, enmarcadas en el Plan de Conservación del Águila Pescadora, que dirige la Consejería de Medio Ambiente, Agricultura y Pesca. Sucesivas visitas a las zonas de nidificación han permitido determinar los territorios ocupados, las puestas efectuadas y un mínimo de pollos volanderos. Donde es posible, la prospección se hace por el suelo, con medios ópticos adecuados, y en otros casos, con embarcación desde el mar.

 

Los resultados para el censo de este año, con respecto a nidos con puesta y pollos volanderos, son de 15 nidos ocupados y 15 pollos como mínimo en Mallorca; 3 nidos y 3 pollos en Menorca; 1 nido con 1 pollo en Ibiza y 3 nidos con 5 pollos como mínimo en Cabrera. El resultado total para las Islas Baleares es de 21 nidos ocupados, con 24 pollos que han prosperado, como mínimo, unas cifras que mejoran las del año 2015, que fueron de 18 parejas y 16 pollos como mínimo.

 

También dentro del marco del Plan de Conservación de la especie se ha llevado a cabo el marcaje de jóvenes en dos nidos: uno en Mallorca, en el cual se anillaron y se marcaron tres pollos con anillas de lectura a distancia, y uno en Cabrera, donde se anillaron dos pollos con el mismo método. Además, a uno de ellos, se le colocó un emisor GPS. Para el marcaje de estos ejemplares se contó con la experiencia y la colaboración del Grupo Balear de Ornitología y Defensa de la Naturaleza (GOB).

 

Por otra parte, en la última de las visitas a los nidos de la costa norte de la sierra de Tramuntana se ha hecho un ensayo con un dron con la idea de ver las posibilidades de prospectar la nidificación de algunos de los nidos más inaccesibles. Con este ensayo se pudo comprobar la presencia de un pollo en uno de los nidos que de otra manera no se hubiera podido confirmar desde el mar, como se ha hecho siempre. La prueba se hizo dando prioridad a la tranquilidad del animal y prestando mucha atención a las reacciones de los adultos y a las posibles molestias ocasionadas por el aparato.

 

Es de destacar que su presencia en la costa de Palma es regular y se observan con mucha frecuencia desde Cala Gamba hasta el interior del puerto.

 

 

Redacción Marcabrera.